©Johanna de Tessières/Collectif HUMA
Lugar: Palestina - Ramala, Cisjordania, Franja de Gaza.
Antecedentes:
La práctica deportiva de las mujeres en el mundo árabe ocupa un capítulo aparte en el campo de las desigualdades y discriminaciones deportivas. Tradicionalmente, cuando alcanzan los 13 años no está bien visto que las chicas jueguen en la calle. Si quieren hacer deporte, han de encontrar lugares lejos de la vista de los hombres. Una parte muy considerable de la comunidad no ve con buenos ojos la práctica deportiva. A partir de esa edad, se levantan muros que hacen muy difícil el deporte de las mujeres. Sin embargo, poco a poco, los tiempos están cambiando y la lenta apertura conjugada con el impulso individual de algunas mujeres muy apasionadas y convencidas de las ventajas del fútbol comienza a ver su expansión.
Objetivos y metodología:
En Ramala, articulados en torno al deporte escolar, diez equipos de chicas adolescentes practican el futbol y han creado una liga. Algunos de estos equipos son dirigidos por mujeres que, desde su lugar como entrenadoras, están abriendo fisuras en las restricciones comunitarias y religiosas.
En Cisjordania y en la franja de Gaza, la ocupación de Israel genera una tensión y una violencia continua. Para estas responsables deportivas de los clubs, el fútbol es una válvula que aligera la presión, “es una escapatoria”, “da un sentimiento de libertad y de control sobre la propia vida” y “permite sentir normalidad”. Mantienen el discurso acerca de los valores integradores y educativos del deporte: el fútbol enriquece la personalidad de las niñas, les da autonomía, respeto hacia el otro y les capacita para resistir la opresión.
A comienzos de 2019, un club deportivo de la franja de Gaza -el Champions Club de Gaza City- ha decidido, como iniciativa de las familias de las niñas, crear un equipo femenino, que ya entrena dos veces por semana en espacios acondicionados para el fútbol femenino. Cuenta con 15 jugadoras entre 8 y 18 años. Las dificultades son múltiples: las autoridades públicas no conceden ninguna subvención, la actividad es, por tanto, costeada solo por los padres con lo que se dificulta el acceso de quienes cuentan con pocos medios económicos. Algunas buenas jugadoras son invitadas a participar aun no pudiendo pagar. La organización de partidos es muy complicada por las dificultades de movilidad en la franja, pero todas sueñan con poder representar algún día a Palestina en un campeonato internacional.
Más información:
Valentine Van Vybe (2019) Faire exploser les talents, les barrières et la colère. La Libre Belgique
留言